En palabras de Fabián Barrio,
para quienes no lo conocen, es un viajero que recorre el mundo en moto,
compartiéndonos sus vivencias con un estilo muy especial, y que en una de sus
publicaciones comentó:
“Es sacrílego no detenerse al
menos cada cien kilómetros para ver si los rostros se han vuelto más morenos y
las comidas más picantes. También es sacrílego acelerar más de la cuenta:
ochenta por hora está bien. Puedes ver la grava de las cunetas, vislumbrar
casas y animales, te azotan los olores y te embriagan las lomas en la lejanía.
Si fueras más rápido, el mundo se convertiría en un borrón: ve todo lo lento
que puedas, deja que el mundo te empape y penetre por tus poros. Eso es viajar.
Y descubrir….”
Lo anterior aparte de poético, es
completamente cierto, comprobado por nuestra experiencia.
Con esas palabras iniciamos este
relato de nuestra visita a la localidad de Villa Coronel Andrés Sánchez
Magallanes, perteneciente al Municipio de Cárdenas, Tabasco, ubicada en la
Barra de Santana.
"La Chatita" lista para la aventura |
Por la disyuntiva existente entre
lo indicado por los mapas carreteros (137 km), y el indicador de kilometraje de
nuestras compañeras del camino, indicaré que tuvimos una travesía de
aproximadamente dos horas hasta ese lugar, a una velocidad aproximada de 90,
100 km/h.
El primer trayecto consistió en
trasladarnos por la autopista, por la carretera 180, que conecta Villahermosa
con Coatzacoalcos, hasta la caseta de cobro, y ahí donde nos desviamos a la
“vía libre”; unos kilómetros más adelante se toma la vía a Sánchez Magallanes,
perfectamente localizable e indicada con señalamientos viales.
El paisaje es campirano porque la
zona es ganadera, se pueden ver los semovientes y los pastizales en que se
encuentran, así como las casas típicas de quienes se dedican a la ganadería.
Otra cosa que se aprecia (demasiado bien) en el camino, es la actividad de
camiones, camionetas y toda clase de vehículos y personal relacionado con la
actividad petrolera, pero no abundaré al respecto, solo recomiendo precaución
al circular por ese camino.
Después del recorrido por un
camino estrecho y con muy buenas curvas, llegamos a la localidad de Villa
Benito Juárez, la cual me merece una mención especial, en virtud de que en mi
infancia realizamos innumerables visitas a la casa de mi familia en ese lugar,
una casa ubicada a la orilla del camino, con un matadero y zona pantanosa en la
parte trasera. Muy buenos recuerdos de ese lugar y de quienes en ella
habitaban.
Pero el objetivo era Sánchez
Magallanes y eso es más adelante, por lo que continuamos rodando. Quiero
resaltar, porque me llamó mucho la atención, como exactamente al terminar el
poblado de Villa Benito Juárez se aprecian una enorme cantidad de palmeras,
durante todo el trayecto.
El cambio del paisaje fue total,
enseguida nos ubicábamos en una zona costera y los colores y olores se tornaron
diferentes. Lo anterior se complementó con el asomo del sol, pues desde el
inicio de nuestro trayecto habíamos contado con cielo nublado y un clima
fresco.
Antes de llegar a nuestro
destino, la motocicleta de mi compañero José Manuel presentó unas fallas en su
desempeño. Todo indicaba un problema con el carburador, pero no había vuelta
atrás, debíamos llegar a nuestro destino y ahí buscar ayuda.
Afortunadamente faltaba poco para
llegar, así que nuevamente nos pusimos en ruta y con algunas molestias
mecánicas llegamos.
Localizar en domingo un mecánico
puede ser una tarea un tanto complicada, pero afortunadamente encontramos ayuda
y se procedió a corregir el detalle de la moto.
Iniciando la talacha |
Es probable que sea una casualidad,
pero creo que durante nuestra permanencia en el taller (casi dos horas),
nuestro mecánico recibió más visitas de las esperadas; pues llego desde un
vendedor de pastelitos, hasta interesados en comprar la motocicleta de mi
amigo, en fin, personas muy amables que convivieron con nosotros e hicieron
nuestra espera más amena.
Terminada la reparación, nos
dirigimos al encuentro de lo que motivo nuestro viaje, el mar. Mi amigo José no
conocía el lugar visitado y un servidor tenía mucho tiempo sin visitarlo, así
que se podía hablar de una situación de primeras veces. Y llegamos al punto en
el que se hace evidente la majestuosidad del paisaje. Nos ubicamos en un puente
que divide el mar del Golfo de México con la Laguna El Carmen. Tienen que
pararse ahí para poder entender nuestra emoción, es realmente hermoso.
Bonita modelo, jeje |
Como regularmente lo hacemos,
inició la sesión fotográfica, y aquí les presento solo algunas de las
exposiciones obtenidas.
La hora de salida de Villahermosa
fue a las 7:00 am, llegando a nuestro destino a las 9:00 am, más dos horas con
el mecánico, dan un total de……..¡las once de la mañana y sin desayunar!, el
estómago reclamaba lo suyo, pedía piedad y ser satisfecho, era lo justo.
Así que preguntamos por un buen
lugar para satisfacer la necesidad primaria, y emprendimos el camino, y ahí se
encontraba, postrado a la orilla del agua, aún de la Laguna, el restaurante
Acapulquito, pensé, si la comida está como el paisaje, no tengo más que pedir,
y así fue, la comida fue muy buena y el postre visual mejor.
Comprenderán que debíamos tomar
unas cuantas fotos más. Por lo que nos dimos a la tarea de acomodar los
corceles y posar para las fotos.
Nos comentaron que el camino esa
carretera (en muy buenas condiciones por cierto), conduce hasta el municipio de
Paraíso, y que el recorrido merece la pena. Recorrimos unos kilómetros para
explorar el camino, corroborando que sería una rodada excelente, pero decidimos
dejarlo para otra ocasión, ahora el objetivo estaba cumplido.