El día del motociclista fue también mi última rodad del año 2013, para celebrar, mi amigo José Manuel y un servidor emprendimos la
aventura en nuestras amadas motocicletas.
Siempre queremos explorar y
conocer nuevos lugares, es el objetivo, pero debemos admitir que por lo general
tienes un indicio de lo que encontrarás en tu camino o al llegar al destino
elegido. Así que en esta ocasión decidimos ir a un lugar que aunque a pocos
kilómetros, nadie nos daba referencia de él, solo teníamos la ubicación en el
google maps y esa pregunta…. ¿Qué habrá por ahí?
¿Adónde nos dirigimos? Fuimos a
Tamulte de las Sabanas, hay una ruta directa y comodo, pero.... ¿quien quiere algo así? Nosotros llegamos bordeando el río, iniciamos el
recorrido por Acachapan, la primera sección, la segunda, la tercera, y….., otros poblados, y como
siempre, nuestra curiosidad fue satisfecha y el esfuerzo recompensado.
Obtuvimos excelentes fotografías,
y algo más, ahora les cuento.
Recorrer 99.5 kilómetros en una
moto no suena realmente a un reto; pero si el recorrido es a través de caminos
vecinales, caminos con baches, terracerías, y tramos inundados, pues la
distancia adquiere otro significado. Y eso fue exactamente lo que nos pasó.
Los 64.4 kilómetros que hay que
recorrer para llegar de Villahermosa a Tamulte de Las Sabanas son una verdadera
aventura, encontramos hermosos paisajes en los que dimos rienda suelta a la
actividad fotográfica, aquí les compartimos algunas fotos.
Pudimos apreciar lo elevado del
nivel del río “La Pigua” y sus efectos en las comunidades que encontramos en la
ruta. Para nosotros fue un espectáculo, pero para los habitantes de la zona si
representa problemas y peligros, toda vez que aparte del riesgo de desborde del
río y consecuente pérdida material de bienes, cosechas y animales de granja y
hasta ganado, también se ven invadidos por víboras de varios tipos, algunas de
ellas famosas por ser mortales.
Y esta situación que les comento
la vivimos en carne propia, al transitar por un tramo de terracería, estábamos
realmente emocionados en ese tipo de camino, no muy común para nosotros, cuando
encontramos una víbora de un tamaño bastante respetable. El susto no fue para
menos, nos detuvimos y comentamos lo acontecido, tomamos algunas fotos del
espécimen y recorrimos nuestro camino con más precaución.
Más adelante nos encontramos con
algo igual de inusual en nuestras andanzas…, el camino estaba completamente
inundado. Hago un paréntesis para comentar que esto no fue sorpresa, un vecino
de la zona nos comentó unos kilómetros antes que no podríamos pasar, que quizá
subiendo las motos en alguna lancha, ¿Qué hicimos nosotros ante la advertencia?
Lo lógico, ¡seguimos adelante!, vamos que caray, fue lo único que dijimos y
seguimos.
Al llegar a esa zona si nos
preguntamos si debíamos volver, pero el titubeo fue solo unos segundos. Nos
lanzamos al agua con las motocicletas dispuestos a probar suerte, y hago la
aclaración, el agua alcanzaba solo unos 40 centímetros, pero los tramos eran
largos, el camino de terracería y nuestras motocicletas no están diseñadas para
eso, no obstante pasaron, no una, no dos, cuatro tramos iguales, uno peor que
el anterior y así hasta salir.
La adrenalina estaba al 100% y
nuestra ropa mojada, ¿hambre? Lo habíamos olvidado por completo, el objetivo
era salir de ahí. Y es curioso que nuestro recorrido lo trazáramos con el
objeto de llegar a Tamulte de Las Sabanas, pues al llegar ahí no nos detuvimos,
solo continuamos hasta llegar a la carretera y enfilar a Villahermosa.
Considero que en el día del
motociclista no pudimos tener mejor regalo…., un camino emocionante.